Los que hayáis asistido a alguna cata de vinos, quizás, os habréis fijado que en la jerga enológica se habla de aromas y olores. Pero… ¿qué diferencia existe?
Aromas a frutas blancas, perfil aromático herbáceo, olor a corcho, olor a neumático… ¿captáis ya la diferencia? ¿Sí?
Pues bien, en el análisis sensorial de un vino, los aromas se asocian a sensaciones olfativas agradables y deseables en el vino. Por contra, los olores hacen referencia a defectos y problemas en él.
Aunque pueda parecer una banalidad, utilizar correctamente esta terminología nos ayuda a integrar con acierto nuestras sensaciones sensoriales en una cata de vinos.
¡Ahora ya sabéis lo que toca! ¡A practicar!
¡Salud y buen vino!